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Paz y Alegría

 

 

Por vez primera

hoy comí tamarindo.

Fue en Cotuí, de Dominicana,

y muy cerca del río,

del ancho río Yuma

que arrastra el cielo consigo.

 

El árbol era alto,

erguido

y muy verde entre todo el verde

del prado esmeraldino.

Me alcanzó varias vainas

Julio César, solícito

desde el tronco del árbol

al que subió atrevido.

 

Parecían redomas

de grandes lágrimas de niño.

Es su color por dentro

violáceo dolorido

y sabe agridulce su pulpa

como el vivir humano mismo.

 

¡Ay! tamarindo de Cotuí;

¡qué lindo

en aquella caída de la tarde

junto al camino!

 

¡Setenta años de mi existencia

sin conocer el tamarindo!

¡Árbol de la vida

en ese Paraíso!

 

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

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