Tajo VIII
Soneto
¡Oh río Tajo, te hemos recorrido
de tu casi vejez al nacimiento,
tan seco ahí, que eras un lamento.
Tu caudal, ¿cómo luego, te ha crecido?
Gracias al río Cuervo sé que ha sido
que nos oyó tu triste desaliento
y se puso a manar nada avariento
en tu flujo vital desvanecido.
Llegando a Barcelona te recuerdo,
en tu largo avanzar siempre tan cuerdo
por serrano y manchego, y tan manchego
cruzando en encina de Extremadura
si fuiste antes leve empuñadura
de España ese portugués escudo.
Alfredo Rubio de Castarlenas