En el año nuevo venimos a esta capilla de la universidad a celebrar una misa sabatina en honor de la Inmaculada, patrona de la universidad, para que ella redoble los esfuerzos maternales, y por los estudiantes, los profesores, que vean que el esfuerzo que hacen con la razón es para demostrarse asimismo en esta búsqueda de todo lo posible hasta llegar al Misterio que hay en el fondo de toda ciencia y de toda filosofía, que vale la pena, que hay razones suficientes para abandonarse y confiar en Él. Y nunca la razón puede tener razones evidentes cuando está más allá de su alcance, y ni siquiera dentro de su alcance, porque siempre este fondo de Misterio que hay por debajo incluso de toda evidencia razonable, con lo cual no la puede ver nunca una evidencia razonable. Pues bien, sólo así se puede usar de la libertad nuestra. O sea que nuestra libertad, si pusiera de antemano razones que fueran absolutamente evidentes, no tendríamos libertad. En el Cielo no hay libertad, sólo hay caridad, sólo hay amor, porque es tan evidente el amor que es impensable que pudiera ejercerse una libertad en contra del amor. Pero en este mundo, que somos todavía limitados, si nos hicieran ver enteramente cómo es Dios, o lo que Dios desea, no tendríamos libertad. Todo ha de quedar debajo para que entonces podamos hacer opciones libres. Pero la libertad ha de decir sí al Absoluto, a la voluntad de Dios, al ser de Dios, aun sin tener razones evidentes necesita el soporte razonable por lo menos, que es éste, digno de ser creído, digno de ser amado, digno de que queramos tener Dios y yo una sola voluntad.
Decía ayer san Pablo que, si amamos a Dios, ¡cómo no vamos a amar lo que son obras suyas, todas las criaturas, incluso [a] los enemigos! ¡Cómo no vamos a amar la obra de Dios! Pues bien, su obra es yo mismo; no nos conocemos, si no nos amamos, no nos podemos conocer, pero nos basta para abrazarnos a ese Misterio de Dios en las cosas, que son dignas de ser amadas. Entonces obramos libremente, entonces también obramos meritoriamente.
Pues bien, todo esto que digo aquí en pocas palabras, que María, patrona de la universidad lo haga entender a todos los que cultivan (¿la razón?).
En este sábado que estamos aquí, vísperas de domingo de enero, tenemos otro motivo porque es un aniversario de nacimiento, cumpleaños de Pilar Martos. Pilar Martos, que tanto conocimos, que tanto apreciamos, que tanto quisimos, y que nuestra querida amiga, esa mujer extraordinaria que fue Pepita, pues también tanto apreciamos.
La Fundación que hizo Pepita sobre la familia, quiso ella que llevara ese nombre de Pilar Martos, esa gran amiga, que pasaron tantas vicisitudes en la guerra, en la paz…, ayudándose mutuamente, alentándose mutuamente, ayudándose a ser cada vez más cristianas. Seguro que Pepita desde el Cielo está contenta en el día de hoy de que recordemos ese aniversario, y de que las invoquemos para que ambas nos sigan protegiendo y nos sigan ayudando, también en ese sentido de sabernos guiar.
Me parece que va a haber como un estallido de luz en que las gentes se aperciban de una manera clara que realmente hemos empezado otra era histórica. Pero ante todo yo diría que, con la explosión de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, una energía atómica se puso en funcionamiento desgraciadamente para la destrucción. Pero pese a ese caminar pesaroso, difícil, camino de reconstruir otra vez un paraíso más armónico, ya que empezó con este pecado original terrible, y ahora está en la luna, en las galaxias, la bioquímica y la genética están al borde de hacer unos descubrimientos enormes, y toda la tecnología nueva hace que la vida del hombre sobre la tierra sea completamente distinta, con una nueva escala de valores desde el trabajo y el ocio; que por fin el hombre tendrá que aprender a saber vivir el gozo de vivir sin tener que estar esclavo a trabajar tanto y tan pesarosamente, y tan contra vocación y tan contra gusto, etc. Estamos en una época histórica que ya empezó hace 40 años o más; pero de la misma manera que cuando Colón descubrió América esta gente ni se enteraba de la importancia de este descubrimiento, como hasta entonces no se sabía que iban a cambiar todas las estructuras políticas, económicas, sociales y científicas del mundo, pues ahora también. Pero creo que ahora, este año ya, eso es bastante palpable para que la gente por fin se dé cuenta de que tienen que empezar a trabajar, a investigar y a vivir todo de cara a este futuro que hemos de estructurar absolutamente en tantas cosas, completamente distinto de cómo estaba hasta ahora. Si al palo de la época medieval, la época moderna con el descubrimiento de América fue de tanta repercusión en una nueva economía del mundo, bueno, todas las economías y todos los sistemas políticos que hay quedan absolutamente obsoletos, son viejos, no sirven para nada, son chatarra pura. Hay que descubrir un nuevo orden, hay que descubrir una nueva manera de organizarse el mundo. Todo es viejo, no sirve para nada.
¡Cuánta intercesión hemos de pedir a María, a las personas que están en el Cielo, para que no perdamos el oremus, en esta vorágine de cambios que vamos a encontrar!
Que esta capilla con las lámparas encendidas, que están preparando este nuevo sistema de luces muy moderno, sepan convertir la luz presente en luz de hoy y en luz de mañana.
Alfredo Rubio de Castarlenas
Homilía de 11 de Enero de 1986 en la Universidad