… universidad que no se limita solamente a ver el mundo por un agujero con una determinada especialidad de las ciencias, sino que acoge a todas. Unos han de dedicarse más a una cosa que a otra, pero la universidad hace una síntesis de la que participan todos. Da una visión global y unitaria de la realidad y del universo. Y esto se manifestaba hoy en pequeña escala en un signo en que también buscamos una universalidad en ser una sola cosa, acoplar bien, ser coherentes y lógicos de las distintas manifestaciones en el hombre, y también, cómo no, en su parte temporal y material. Por eso el San Columbano tanto contribuirá, está contribuyendo a abrir nuestro espíritu, a conocer otras gentes, soñar y visitar otros países, unas convivencias que realmente nos enriquezcan. Y junto a esto, también, esta novedad de hoy de que también están aquí reunidos.
Si después de la misa es tradicional reunirse los Columbanos, pues antes de la misa puede ser haciéndose tradicional reuniéndose los del ámbito de la danza, como expresión del ser humano, como expresión de alegría, de gozo, de manifestar nuestros sentires quizá de una manera más espontánea, más bella y más obvia que las mismas palabras. Es la primera vez que vienen aquí, ¡bien venidos sean!, los recibimos con mucho gusto a todos los que lo formen.
Yo pensaba que hoy no cantabais, hay personas que pueden cantar y no cantan, pero ¡si al menos bailaran!, ¡si al menos bailaran aquí delante del Santísimo como hacía san Pascual Bailón! Y yo pensaba que ¡tampoco bailan! Pero sí hemos bailado, al darnos la paz hemos hecho una sardana alrededor y, aunque no nos hemos movido mucho, por lo menos hemos levantado las manos.
Pensasteis, al pensar en este ámbito de la danza, en san Pascual Bailón. Pero resulta que el trozo que he leído de la biografía del santo no era esto, sino que su padre se llamaba Bailón, como yo me llamo Rubio, pero no porque me llame Rubio tengo que serlo, ¿verdad? Pero ahí sí que se daba el caso de que se llamaba así y además lo era: estaba tan contento siempre, que bailaba de gozo y de alegría.
En la lectura del evangelio de hoy decía: esta gente tan tiesa, con filacterias… para que las vean, y quieren ser los primeros en el banquete. Y realmente acabamos de leer la vida de san Pascual Bailón, que era exactamente todo lo contrario; el pobre iba vestido nada más que de una túnica; se la sacaba y la ponía a secar con gran escándalo.
Bien, pues ¡qué opuesto es a las filacterias este señor! Y luego era el último en los banquetes, en que él daba y repartía toda la comida que daba, y él en cambio se ponía poquísimo.
¡Qué hermosa vida! Escogimos a san Pascual Bailón y sabíamos poco de él. Pero leyendo yo esta biografía, yo iba de maravilla en maravilla. Creo que es un verdadero Evangelio, una verdadera buena noticia para este ámbito de danza que habéis escogido su nombre sin saber mucho, sin conocerle mucho, la tremenda riqueza de todos los detalles de su vida. Aquel saber sonreír siempre; aquel tener una valentía para ir a donde tenía que ir atravesando las máximas dificultades, valiente, sin arredrarle nada, y hombre de pocas palabras, hombre de pocos estudios, hombre de pocos discursos, pero con su alegría, con su danza expresaba más hondamente, quizá, que los sabios de su tiempo toda la riqueza de la caridad. Con sus gestos sacrificados para los oprimidos, para los marginados de entonces, que ya los había, toda una caterva de gente que no tenían trabajo, que estaban parados, que podían ir pidiendo trabajo eventual para cuando llegaran las cosechas, pero luego, aquella sociedad tan dura que los marginaba.
Alejandro está aquí, y Ester. Fueron el otro día a las barracas de Montjuic. ¡Cuánto esta sociedad no se preocupa! Y ahí tenemos a san Pascual Bailón que se dedicaba a estas personas. Y podríamos seguir. Yo, mientras iba leyendo -no lo he leído entero, nada más a retazos- decía que qué maravilla, qué mapamundi, qué mapa de carreteras tan colosal tiene aquí este ámbito para saber cómo tiene que ir por el mundo, saber a dónde tiene que ir, saber lo que tiene que dar, saber lo que tiene que llevar: probablemente muy poco; como él, una túnica que no se sabía cuál era la materia prima, la primera de tan remendada, ceñida, estrecha que le quedaba, que ningún pobre iba vestido más pobre que él. ¡Qué poco se necesita para saber sonreír! Es como esta cera, no tiene nada más que la cera, pero está encendida y que bien que alumbra. Pues qué poco se necesita para ir por el mundo con la sonrisa encendida.
Pues bien, hoy os doy la bienvenida, habéis venido por primera vez. ¡Qué seáis muy hermanos San Columbano y San Pascual Bailón! Creo que os complementáis en muchos aspectos.
Yo creo que Joâo estará muy amigo de san Pascual Bailón, porque realmente. Seguro que bailaba también cuando no le veíamos nadie, porque eso lo llevan en la masa de la sangre los africanos. Cuando estuviese solo, en cartuja, seguro que lo hacía. Y ¡qué buen ejemplo de san Pascual Bailón vivo entre nosotros ha sido Joâo!
Alfredo Rubio de Castarlenas
Homilía de 8 de Junio de 1985 en la Universidad