Hoy, Reyes Ochenta y tres

 

Hemos venido de lejos

a Pisuerga cual Belén.

Yo en coche por Zaragoza,

desde el Norte Juan Miguel;

acompañada de Lola,

tú Tante, de noche en tren.

¡Eran fríos los caminos!

Y aquí ya, juntos los tres

fuimos siguiendo la estrella

–nuestros séquitos también–

al filo de media noche,

justo al cambio de año y mes,

por fuera de la Ciudad

hasta María otra vez

en su cueva del Asedio,

Inmaculada aun sin El,

repleta de soledades

con su acribillada tez.

¡Vamos María a Cantarte,

darte navideña prez!

Somos cual reyes lejanos

viniendo a esta hora a pie

para que tu corazón

se te torne un cascabel.

¡Y oh, maravilla, esta noche

nos esperabas con tres,

¡tres candelas encendidas!

¿Quién te las encendió, quién?

¿Quizá los tres Reyes Magos

pasaron antes tal vez?

Nuestras panderetas brillan

–cuatro luceros rebién–

y en las caras, coloreadas

estrellitas de papel.

Te cantamos en las sombras.

Y el frío en su desnudez

ya no tiene frío porque

canta con todos también

hecho flauta de airecillo

entre un chopo y un ciprés.

Los blancos flashes de unas fotos

son más estrellas después.

Y abrazándonos nos vamos

con el alma iluminada

de haberte podido ver.

Parece que esas tres velas

han prendido Paz y Bien

¡todo Madrid en ascuas!

gente con algún traspiés

que grita que hay que ser “güenos”

porque Dios también lo es.

Salvados están bien saben

aunque aún sin bien saber.

La Gran Vía, “la” Cibeles

¡mil luceros en vaivén!

rojos, azules, blancos

gozo inmerso en color miel.

Tante, Tante, mi regalo

en esta noche de seis

son estos versos vividos

en filo de amanecer.

 

Alfredo Rubio de Castarlenas

 

     

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